¿Cómo saber si algo vale la pena o no?

Pues muy simple intentándolo. Las relaciones son como una carretera, tiene varias salidas, la primera es a las tres horas, encuentras a la “victima” perfecta en un pub o discoteca, mejor si es de ambiente, tomas una copa, o no, le invitas al cuarto oscuro y follas como un loco follador hasta que el esfínter ya no reclame ni proclame nada. La segunda salida esta en seis semanas de relación, ya has compartido muchas cosas juntos, has salido de fiesta, si no le has conocido en una, ya estáis a punto de follar hasta el limite conocido de doce veces en veinticuatro horas, pobre activo, y ya no tienes mucho que hacer con él, cuando termináis la violación desmesurada de placer no tienes ni ganas de que venga a la ducha contigo. En diez meses tienes otra salida y es cuando no aguantas que te llame mañana, tarde y noche, no tienes ganas de hablarle por messenger, él se hace el romántico y llegas al momento “oh”, un ejemplo, él te cuenta que a su anterior amante le encantaba la “lluvia marrón” y llegas al momento “oh” y no quieres saber nada de él ya. Luego están las salidas de siete, nueve y doce meses, mejor no hablamos de ellas.
Bien, si pasas mas de 1 año con tu “cuqui” piensas en vivir juntos, compartirlo todo y un poco mas, la cama ya es demasiado pequeña para solo tres personas, claro, si aguantas un año es un trío y por eso soportas, ya tienes ganas de probar algo nuevo tal vez un negro o un andaluz cachondo estaría bien, pero no sabes como aguantaras. Las fiestas ya las dais vosotros, y nunca mejor dicho “dais la fiesta”, los celos de él son insufribles pero las lujuriosas reuniones siguen valiendo la pena.
Con año y medio de reuniones, llegas a casa con el chulazo andaluz, si el del trío, y decís que estáis enamorados y que os vais juntos a Brasil de viaje de novios después de la boda que se celebra en una discoteca abierta el fin de semana del orgullo porque, si petarda, estas orgullosa. Cuando de la nada miras albunes de fotos, en tu disco duro, y recuerdas al novio guapo y guarillo y bien resuelto que decía quererte entre polvo y polvo, que has tenido hace ya quince años, todo esto, orgulloso con una copa de Martini, tirado en el sofá mientras esperas al fuerte y atractivo chapero, o chico de compañía como prefieras, que has contratado por Internet llegue cargado de mucha leche, o mala leche, para pasar un buen rato, claro porque no creías que seguirías con el andaluz super guapo y muy buen amante que ha decidido ir a alguna isla intentar la suerte, ¿no? . Imaginas también como seria tu vida con aquél chico resuelto, que por cierto ha quedado con el piso que vivíais porque estaba a nombre de su padre, que ahora es un político, o empresario y tiene una pequeña mansión en la Moraleja, pero suena el timbre, ya ha llegado tu ligue rápido, y te das cuenta que estarías en lo mismo, ya que tampoco duraría mucho porque él quería dejar todo y hacer algo de la vida y tu solo querías divertirte mientras podías. No es que tampoco no hayas conseguido nada en la vida, tienes una buen piso en el barrio de Salamanca, eres periodista, seguramente de el país, ya que los de el mundo son de derechas, tienes un blog, que es para no aburrirte mucho con los recuerdos, alguno que otro amigo, y vives muy bien, eres solo y gastas como quieres.
Pero la moraleja es, debiste divertirte aun mas, pero pensar en el futuro y valorar quien te quiere tampoco esta mal y siempre es al final de la vida cuando te das cuenta de lo que vale y de lo que no vale la pena.



Inspirado en Barner, de la serie “Como conocí a vuestra madre”.
 
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